Por María José Seguí – 05/02/2020
Dentro de su programación 2019-2020, y para iniciar año y década, el Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia ha elegido la ópera Elektra de Richard Strauss. Esta tragedia en un acto, con libreto de Hugo von Hofmannsthal está basada en la obra homónima de Sófocles y se estrenó el 25 de enero de 1909 en la Ópera de la corte, en Dresden.
Para las 5 funciones previstas, el reparto es el mismo. Las tres protagonistas principales son Doris Soffel como Clitemnesta, Irène Theorin, como Electra y Sara Jakubiak como Crisotemis. La dirección musical corre por cuenta de Marc Albrecht y la dirección escénica es una propuesta de Robert Carsen. Este último nos plantea una visión desde dentro, de los pensamientos y sentimientos de Elektra, donde lo que impacta es su fuerza y su determinación.
La producción, de Opéra National de Paris, está basada en una coproducción original del Teatro Maggio Musicale Fiorentino y Tokyo Opera Nomori.
Se dice que gran parte del éxito de este drama reside en el talento del libretista, el vienés Hugo Von Hofmannstahl, quien consiguió actualizar las pasiones de la tragedia griega escrita por Sófocles, incorporando, con mucho tacto, parte de la crisis que asoló a la sociedad austriaca del momento (paso del siglo XVIII al Siglo XIX). Por su parte, Strauss logró un impacto en el público de la violencia y la tensión que subyace en Elektra que en la época se calificó incluso de “electrocución”. Lo que sin duda queda patente fue el entusiasmo que ambos experimentaron por trabajar juntos en la obra, y que llegó a convertirse en complicidad y admiración mutua.
Programar hoy en día una ópera de estas características es sin duda atrevido y poco habitual por parte de los teatros españoles, probablemente porque no es fácil encontrar a solistas que defiendan los tres papeles protagonistas con solvencia y porque el orgánico de la orquesta es de gran magnitud.
Lo que llama la atención, musicalmente hablando, desde casi la primera nota, es la fuerza, densidad e intensidad de lo que se va a escuchar durante una hora y cuarenta minutos aproximadamente. Y esa intensidad dura hasta el final, con momentos verdaderamente inquietantes, absorbentes y de un dramatismo acaparador.
La protagonista, Elektra, que está en escena desde el minuto cero hasta el último segundo, cuando baja el telón, desarrolla su personaje en ese ambiente de absoluta intensidad, sin a penas respirar, impregnándose de todo lo que se vive en escena y en el foso.
Hay muchas óperas que tienen a una mujer como protagonista o que exaltan su figura o su sufrimiento (Norma, Carmen, Medea, Madama Butterfly, Salomé…) pero esta ópera tiene la particularidad de que son tres las protagonistas femeninas.
Antes de esta versión escenificada, la última vez que se interpretó Elektra en Valencia, esta vez en versión concierto, fue el 16 de diciembre de 1995 en el Palau de la Música. En aquella ocasión las tres intérpretes protagonistas fueron Ana María Sánchez como Crisotemis, Leonie Rysanek como Clitemnestra y Eva Marton como Elektra. Entonces la dirección musical corrió a cargo de Manuel Galduf, al frente de la Orquesta de Valencia, y la propuesta semi-escenificada consistió en una adaptación escénica de Jaume Martorell
Ana María Sánchez, sin duda la soprano española de mayor proyección internacional en las últimas décadas, nos habla, desde su casa, en la localidad de Elda, de sus impresiones sobre esta ópera:
Me consta que has podido ver la propuesta del Palau de les Arts para esta ópera de Electra. ¿Qué nos puedes decir de la producción? En tu opinión, ¿estamos ante una buena producción en términos generales? ¿Qué aciertos o qué crees que no acaba de funcionar? ¿La puesta en escena es fiel al libretto?
En general, dentro de las nuevas tendencias escénicas, esta propuesta me ha parecido sencilla pero muy plástica y ha contribuido a que el público percibiese la opresión que vive Elektra.
Si entramos en detalles, considero que ha habido puntos no resueltos desde el punto de vista dramático y escénico. No me pareció teatral la simplista llegada de Klytämnestra que deja totalmente desdibujado al personaje. En el libretto se habla claramente de “un turbulento cortejo, empujones, estrépito, animales arrastrados, confusos gruñidos, gritos ahogados, luz de antorchas…[…] La reina sostiene con una mano un bastón de marfil, incrustado de pedrería […] va cubierta de gemas y talismanes, con los brazos llenos de brazaletes y los dedos llenos de anillos”.
En el momento de los asesinatos de Klytämnestra y Egisto, que es cuando se consuma la venganza y la orquesta tiene un fortissimo, desde el público apenas se pudieron percibir los gritos desgarradores de los personajes, que deben escucharse claramente. Normalmente se coloca a esos dos personajes entre bambalinas para conseguir el equilibrio necesario entre orquesta y voz.
Otro error, que para mí supuso incluso una falta de respeto al trabajo de Elektra, fue el de cubrir el escenario con aquella arena negra tan difícil de eliminar del cuerpo y de la ropa. Esta arena creaba polvo porque el resto de personajes que acompañan a Elektra corren y saltan constantemente. Hay que tener en cuenta que Elektra pasa en escena casi dos horas y que, en muchas ocasiones, tiene que estar tumbada en el suelo sin poder salir en ningún momento, ni a tomar un sorbo de agua…cualquier polvillo que entre en la garganta puede arruinar la prestación del mejor cantante del mundo. Como decimos en el mundo del teatro: “Nel teatro tutto è convenzionale, tutto è finto, ma niente è falso”, es decir, no es necesario poner ese tipo de arena en escena, sólo hay que colocar un suelo que parezca arena… así que, doble mérito para nuestra Elektra que, además de cantar este duro papel y de representar magníficamente todo el dramatismo del personaje, tuvo que luchar contra los elementos…
Por tu tesitura de soprano lírico spinto, has interpretado a mujeres fuertes en la ópera en muchas ocasiones. ¿En qué lugar situarías esta ópera en una escala de 0 a 10 de dificultad interpretativa y qué diferencias encontrarías?
Cualquier rol se puede interpretar con garantías siempre que tengamos la voz, la tesitura y la vocalidad adecuadas para cantarlo.
La dificultad de Elektra es la intensidad de sus intervenciones en una ópera que para el público es corta, pero no para la protagonista.
En cualquier ópera de repertorio nuestro papel suele durar entre 45′ y una hora, pero se va interpretando en intervenciones distribuidas entre los diversos actos y con las pausas entre ellos que suponen un descanso para la voz. En Elektra no hay pausas. Elektra está siempre en escena y canta constantemente, tanto sola como con el resto de personajes. La tesitura, además, la lleva al límite, la cuadratura musical es muy complicada, superar la densidad y el volumen de la orquesta en muchos momentos es difícil, y la entrega dramática ha de ser total. Creo que Elektra sería un 10/10.
Un caso diferente es el de Chrysothemis, el contrapunto de Elektra, su contraposición psicológica, que es la joven que quiere mirar hacia el futuro, olvidando la tragedia del pasado y cuyo único objetivo en la vida es encontrar un marido, formar una familia con hijos y ser feliz. Un rol más corto, para una soprano lírico-spinto, con buen volumen y proyección vocal, con la dificultad técnica de tener una línea de canto por las alturas con varios Sib sobreagudos, y con el dramatismo de una carga emocional y una angustia vital contenida que quiere estallar. Para mí siempre fue más difícil mostrar la carga psicológica del personaje que resolver las dificultades técnicas que presenta la partitura. A Chrysothemis la valoraría como un 8/10.
¿Estás de acuerdo en que Elektra es una ópera de mujeres? Y en caso afirmativo, ¿por qué?
Es una ópera en la que tres mujeres son las protagonistas de la tragedia.
En Elektra sexualidad y muerte, -Eros y Tanatos-, y amor y venganza están íntimamente unidos. La protagonista está marcada por una obsesiva y enfermiza sed de venganza.
Klytämnestra es la asesina e histérica madre, que vive en un mundo de lujuria entre ensoñaciones, insomnio y alucinaciones durante toda la obra y cuyo único objetivo es detentar el poder al precio que sea. Hay estudiosos de Strauss que han visto el reflejo de la enfermedad mental de la madre del compositor.
Chrysothemis es el rayo de luz, la esperanza, el amor a la vida.
Así que podemos decir que es una ópera de mujeres, pero no hay que olvidar que quien resuelve la trama, cumpliendo la venganza tan añorada por Elektra, es un hombre, su hermano Oreste, un personaje omnipresente en toda la ópera pero al que se asigna un papel con poco protagonismo.
¿Qué representa para ti el papel de la hermana de Elektra en tu carrera? ¿Crisotemis es un rol de los que te ha gustado interpretar?
Es un rol apasionante, siempre he disfrutado cantándolo y me ha dado muchas satisfacciones. Desgraciadamente, es una ópera que no suele representarse demasiado, así que sólo he hecho tres producciones diferentes a lo largo de mi carrera: Palau de la Música de Valencia, Teatro Real de Madrid y Teatro Maestranza de Sevilla donde, por cierto, también había arena, pero era de playa y estaba muy humedecida, ja,ja,ja… No había polvo.
¿Por qué se dice que Elektra es una obra que causa horror a sus intérpretes pero al mismo tiempo admiración?
Enfrentarse a un personaje como Elektra es complicado. En la actualidad no hay muchas sopranos dramáticas. Es un tipo de voz muy difícil de encontrar porque tiene que poseer una técnica perfecta, una voz extensa y rica en armónicos con un volumen amplio que le permita traspasar la numerosa orquesta, buena línea de canto y dominio del declamato que exige la partitura. Es una obra que muy pocas sopranos se pueden permitir por el esfuerzo vocal, físico y dramático que conlleva, pero precisamente por eso, a la soprano que es capaz de defender con solvencia este rol “se le abren las puertas del Olimpo” porque tiene la posibilidad de interpretar personajes de la entidad vocal de Turandot, Abigaile o Lady Macbeth por nombrar sólo tres de los roles 10/10.
La muerte, la venganza y la violencia presentes en la trama de esta ópera hacen que muchos la describan como una obra monstruosa desde muchos puntos de vista. ¿Dónde reside en tu opinión, la grandeza de esta obra?
La grandeza de esta obra reside en la comunión entre texto y música y en el modo de presentarnos a los personajes que están claramente definidos y en los que vemos el horror de lo que un ser humano puede llegar a hacer por conseguir el poder o por venganza.
Esta obra es totalmente actual porque, si hablamos de muerte, venganza y violencia, sólo tenemos que ver los informativos cada día. ¿Puede haber algo más monstruoso que el hecho de que quien se supone que tiene que amar a una mujer, la asesine violentamente, incluso a veces delante de sus hijos, o que asesine a sus hijos sólo por vengarse de ella, sabiendo que la muerte de un hijo es lo más desgarrador que le puede suceder a un ser humano?…
¿Por qué crees que hay pocas óperas dónde haya tal predominio femenino en su elenco?
Quizá porque los argumentos de las óperas están basados en obras de teatro o novelas en las que se exponen y se llevan al límite los sentimientos más básicos que se dan entre seres humanos, entre mujeres y hombres. Son historias que tratan del amor, del desamor, del abandono, de la imposibilidad de vivir un verdadero amor. Siempre el amor. En Elektra observamos que la protagonista hace lo que hace por amor a su padre, que Chrysothemis vive por conseguir el amor de un hombre y crear una familia con hijos, y que Klytämnestra vive por el amor al poder y a la riqueza.
Además muchas de las grandes obras de repertorio tienen nombre de mujer y estas son protagonistas absolutas alrededor de las cuales se va hilando una historia: Aida, Carmen, Manon, Tosca, Turandot, Norma, Anna Bolena, Maria Stuarda, Gloriana, Lucrezia Borgia, Madama Butterfly y tantas otras…
¿Los compositores actuales deberían plantearse más óperas con protagonistas femeninas?
No necesariamente. No creo que deba ser así. Es cierto que en Elektra, en Diálogos de Carmelitas o en Suor Angelica la mayoría del reparto está compuesto por mujeres, pero no conozco ni una sola ópera en la que no haya protagonistas femeninas. Ni siquiera en Boris Goudunov, en la que hay cuatro bajos, un barítono y cuatro tenores, también aparecen dos sopranos, dos mezzos y una contralto.
De lo que se trata es de reflejar una historia que sea tan interesante y tan especial como para motivar al compositor a ponerle música. La historia puede tener más protagonistas femeninas, o más protagonistas masculinos, lo que importa realmente es que el arte es el reflejo de la vida y que lo que se represente nos conmueva y nos haga salir del teatro conscientes de haber asistido a una experiencia impactante, como nos ha sucedido con esta Elektra.
No obstante, la ópera está viva y los compositores se van adaptando a la vida actual. Tenemos el ejemplo, impensable en otras épocas de la historia de la ópera, del estreno absoluto de Brokebak Mountain, ópera de Charles Wuorinen estrenada en el Teatro Real en 2014, por encargo de G. Mortier.
Para finalizar, creo que diseñaste junto con otras intérpretes líricas un programa de Mujeres en la ópera que has llevado de gira por auditorios de España. ¿Podrías hablarnos de cómo lo concebiste, en qué consiste y cuál era el mensaje que deseabas transmitir con dicho programa?
Fue un espectáculo titulado “Las mujeres de Puccini” en el que interveníamos tres sopranos para poder abarcar las tesituras de las protagonistas de sus doce óperas. Para dar unidad dramática al montaje se hizo un decorado y, a través de imágenes, se iba proyectando la traducción de los textos, junto a fotografías de actrices de Hollywood y divas de la época que se asociaban a los personajes de las arias interpretadas. Fue una propuesta muy bien acogida por el público.
Creamos el espectáculo porque quisimos celebrar el 150 aniversario del nacimiento de Puccini. Pensamos que es el compositor que ha conocido y retratado mejor el alma de la mujer en sus obras y quisimos exponer los diferentes caracteres que hay en las protagonistas de sus óperas. Puccini fue un gran seductor y muchos de sus personajes corresponden a mujeres reales que conoció. El ejemplo más claro es el de Liù, referente de Doria Manfredi. Esta joven de 23 años servía en casa de Puccini y estaba enamorada secretamente de él. La esposa del compositor acusó públicamente a Doria de tener una relación con su marido. Doria, no pudiendo superar la vergüenza de verse difamada, se suicidó envenenándose. En la autopsia se comprobó que la joven era virgen y que no se había producido tal adulterio. En homenaje a Doria Manfredi, Puccini creó a Liù, la sierva que da la vida por su señor en la ópera Turandot.
Como anécdota referiré que a esta celebración sólo faltó Suor Angelica. No se cantó nunca porque yo no fui capaz de superar la emoción que me provocaba ese aria. Es mi ópera favorita y nunca he podido enfrentarme a ella. Parece increíble, pero el texto de “Senza mamma” es muy duro, siendo madre y no pudiendo tener una vida familiar normal, sino vivida en la distancia.
Este tema merecería un artículo aparte porque la vida de las mujeres que hacemos ópera o teatro, o que trabajamos en cualquier otra profesión que nos obliga a estar largas temporadas sin poder tener el contacto físico directo con nuestros hijos, la vida de esas mujeres que damos las buenas noches, los besos y los abrazos por teléfono, no es nada fácil.
Esperamos tener ocasión de poder tratar esta cuestión muy pronto, pues sin duda es muy interesante. Muchas gracias por tus enseñanzas y tus aportaciones. Y enhorabuena a la dirección artística del Palau de les Arts por atreverse a programar una ópera de estas características, que no deja indiferente a nadie.