Por Pilar Parreño – 12/2019
La sociedad tiene por costumbre premiar o castigar el comportamiento humano. Es una manera de reconocer socialmente lo que está bien y lo que está mal, condicionando, de alguna manera, el pensamiento colectivo.
Premiar a aquellas personas que destacan en su trabajo es una forma de poner en valor su labor y favorecer con ello una mayor visibilización y reconocimiento por parte de la comunidad.
El premio Tomás Luís de Victoria es el galardón más importante otorgado a un compositor vivo de la comunidad iberoamericana formada por España, Portugal y América Latina. Recibir un premio de estas características supone un gran reconocimiento y proporciona una notable popularidad a las personas galardonadas. Tampoco es desdeñable la dotación económica de 60.000 euros libres de impuestos que acompaña a la distinción. En definitiva, se trata de un premio de un enorme prestigio, comparable al premio Cervantes pero en el ámbito de la música clásica.
Desde su primera edición que data del año 1996, han sido celebradas 17 convocatorias y en ninguna de ellas ha resultado premiada una mujer a pesar de que nos consta que en muchas de sus ediciones ha habido innumerables nominaciones de mujeres compositoras, procedentes de diversos ámbitos, no únicamente de nuestra asociación.
La creencia en la falta de talento y capacidad para la creación atribuida a las mujeres continúa arraigada en las mentalidades debido principalmente a la tenaz labor de invisibilización y minusvaloración de la composición femenina por parte de la musicología conservadora imperante.
Si las mujeres no estamos reconocidas, no somos visibles. Nuestro trabajo pierde valor, no recibe la aprobación de la sociedad. Si como sociedad no somos capaces de reconocer, de premiar el trabajo de nuestras compositoras, estamos relegándolas al ostracismo y siendo cómplices en la desigualdad entre hombres y mujeres que afortunadamente está haciéndose cada vez más visible y con ello más susceptible de ser combatida.
Todo encaja: tampoco es casual la ausencia de compositoras en los carteles de los programas de teatros y auditorios. El trabajo de las mujeres no solo no suele premiarse, sino que ha sido castigado durante siglos por el androcentrismo reinante en la música que ignora de forma sistemática el repertorio de compositoras excelentes.
Harold Gramatges (1996), Xavier Montsalvatge (1998), Celso Garrido-Lecca (2000), Alfredo del Mónaco (2002), Joan Guinjoan (2004), Marlos Nobre (2005), Antón García Abril (2006), Gerardo Gandini (2008), Luis de Pablo (2009), Leo Brouwer (2010), Josep Soler (2011), Mario Lavista (2013), Alcides Lanza (2014) Xavier Benguerel (2015), Tomás Marco (2016) Roberto Sierra (2017). Acabamos de recibir la noticia de que el Tomás Luís de Victoria 2019 ha sido otorgado al argentino Horacio Vaggione. Desde la AMM queremos felicitarle y reconocer públicamente su trayectoria, pero no podemos dejar de pensar en cuánto más tendremos que esperar para que el trabajo de una compositora sea reconocido por el premio de la SGAE.